Es Torija una villa de larga y densa historia que desde siempre ha estado unida a la de su castillo. Su privilegiada situación, dominando un amplio valle por el que siempre pasó el camino Real,
hizo que desde muy antiguo se levantara una fortaleza. Todo apunta a que fueron los templarios los que, tras la reconquista de la comarca en el siglo XI, se encargaron de construirlo y de mantenerlo durante siglos. Poco o nada ha quedado de la primitiva fortaleza templaría, pues tras sufrir numerosas guerras durante la edad media, en las que fue conquistado por tropas navarras, reconquistado para los castellanos por el Marqués de Santillana, hasta que finalmente quedó en manos de una de las ramas de la poderosa familia Mendoza, los Suarez de Figueroa y Mendoza, condes de Coruña y vizcondes de Torija. Fueron ellos quienes levantaron el castillo señorial que ha llegado hasta nuestros días, dándole el mimado aspecto que hoy luce. Compaginó el Castillo de Torija su primitiva función defensiva, con la de residencia señorial, y en él estuvieron alojados personajes tan importantes en nuestra historia como Carlos V y Felipe II. Uno de los episodios más tristes de su historia lo vivió cuando, durante la Guerra de la independencia y para evitar que cayera en manos de las tropas francesas, Juan Martín más conocido como “El Empecinado”, tuvo la feliz idea de volarlo, destruyéndolo casi por completo. Durante muchos años permaneció en ruinas, hasta que, afortunadamente en 1962 fue reconstruido, devolviéndole la noble y fotogénica imagen que le dan sus altos muros de sillarejo de piedra rosada, en los que destaca el enorme tamaño y la prestancia de su torre del homenaje, cuyo imponente aspecto queda suavizado por las curvas de las torrecillas circulares que adornan y defienden sus esquinas. A mediados de los años noventa se instaló en el interior un museo, del que se dice es el único dedicado exclusivamente a un libro, que estando en “la puerta de la Alcarria” no podía ser otro sino “el viaje a la Alcarria” de nuestro premio Nobel Camilo José Cela. En él podemos encontrar objetos que recuerdan la sociedad rural española de mediados del pasado siglo, junto con fotografías e incluso los mapas que Cela utilizó durante su viaje. En el interior del castillo, ubicado en el lugar que un día ocupó el patio de armas de la fortaleza, en el año 2010 se inauguró un moderno edificio de cuatro plantas donde se instaló el Centro de Interpretación Turística de la Provincia de Guadalajara, que nos ofrece la oportunidad de conocer a través de maquetas, vídeos y paneles, los magníficos recursos turísticos de esta provincia castellano manchega, que van desde el románico hasta el renacimiento, desde la arquitectura negra de sus pueblos, sus tradiciones y su artesanía hasta la belleza natural de las comarcas del alto Tajo y de la Alcarria.
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