Zafra, situada al sur de Extremadura, al borde de la vieja calzada Romana de la Plata, es una ciudad llena de historia,
con un rico e importante patrimonio, entre el que destaca la Iglesia del Rosario, la de Santa Marina, el convento de Santa Clara, la colosal iglesia gótica de la Candelaria, y el Palacio de los Duques de Feria, antiguo alcázar palacio del siglo XV reconvertido en Parador de Turismo, que alberga en su interior un bellísimo patio de mármol. Pero hoy dejaremos al margen esta parte de su patrimonio más noble, para dedicar la tarde a recorrer la parte más sencilla, con menos pretensiones y más cercana al pueblo, pero que no por eso es menos interesante. Dispone Zafra de dos plazas, la grande y la chica, que podría decir que son hermanas pues permanecen unidas por uno de sus arcos, al que llaman Arquillo del Pan en el que puede verse la diminuta Capilla barroca de la Esperancita. La men ntro de la villa en la época medieval. Guarda aún bajo sus arcos el regustillo alegre y bullicioso de los días de mercado, pues era aquí el lugar donde desde 1380 se celebraba el mercado de la villa, bajo la atenta mirada del “almotacén”, que se encargaba de vigilar el exacto cumplimiento de los pesos y las medidas. Como recuerdo de esta actividad, aún permanece grabada en el fuste de una de las columnas de esta plaza la llamada vara de Zafra, que los vecinos utilizaban para comprobar la medida de los géneros que acababan de comprar. La planta rectangular de esta plaza, está rodeada de blancas fachadas con soportales, enmarcados por unos bellos arcos realizados en ladrillo visto en tres de sus lados, en el cuarto se situaba el viejo ayuntamiento que hoy hace las veces de Escuela Municipal de Música.
Pasamos ahora a su hermana la plaza “Grande”, que es mayor en tamaño pero no en edad, púes es varios siglos más joven. Ocupa la Plaza Grande, el solar que en tiempos fuera el atrio y el cementerio de la antigua parroquia de la Candelaria, posteriormente derribada para trasladarla al lugar que hoy ocupa. Fue en el siglo XV cuando, ante el auge del comercio que se realizaba en el mercado de la plaza contigua, se comenzaron a construir soportales en los bordes del camposanto, para albergar al cada vez mayor número de comerciantes que aquí se daban cita. En la actualidad ya no se celebran mercados en esta plaza, pero sigue estando llena de actividad, siendo un lugar ideal para degustar un buen surtido del rico embutido que se elabora en Zafra o alguno de los platos típicos de su gastronomía, como el pestorejo o la cachuela.
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