lunes, 30 de mayo de 2016

Ermita de San Bartolomé de Ucero


En uno de los Parques Naturales más hermosos de nuestro país, el del Cañón del rio Lobos en la provincia de Soria, se levanta la maravillosa y enigmática ermita de San Bartolomé de Ucero.
Digo enigmática por que se ha vinculado su origen a la Orden de los Caballeros Templarios y todo lo relacionado con estos monjes guerreros, aparece rodeado de un halo de misterio, y claro la ermita San Bartolomé de Ucero no está exento de ellos. 
Formaba parte de un cenobio templario construido en el primer cuarto del siglo XIII, del que sólo se conserva su capilla, sobre lo que al parecer era un antiguo altar natural que ya utilizaban los antiguos pobladores de esta zona en la edad del bronce. En su ubicación aparece uno de los misterios de esta ermita, situada en el eje vertical de la península ibérica; es decir, en la línea recta que la divide las dos mitades equidistante del cabo de Creus y del cabo de Finisterre. Sobre este emplazamiento existe una bonita leyenda en la que se cuenta que fue Santiago quien lo eligió, cuando siendo perseguido consiguió saltar con su caballo desde lo alto del cañón dejando marcadas en la piedra sus huellas que aún son visibles. 
Hay quien ha afirmado que en este mismo lugar fue donde estuvo situado el monasterio de San Juan de Otero, perteneciente a la diócesis de Osma, al que hace referencia una bula papal de Alejandro III en 1170 del que no se conoce su ubicación exacta. Aunque yo no apoyaría esta teoría ya que su nombre “Otero” es indicador de una situación elevada y el lugar donde se encuentra la ermita de San Bartolomé claramente no lo es. 
Dejando a un lado la historia y los misterios, arquitectónicamente esta ermita es una auténtica belleza. Su extraordinaria sencillez, unida al encanto natural del cañón del río Lobos rodeado de cuevas y paredes calizas de formas caprichosas, forma una de las estampas más hermosas de toda la provincia de Soria. Muy probablemente fue construida por canteros franceses procedentes de Aquitania, en un estilo románico muy tardío sin apenas decoración, al gusto cisterciense. Su planta, como es habitual, es de cruz latina pero con la particularidad de que el crucero es más bajo que la nave, que aparece rematada por un ábside circular muy sobrio, que cuenta como única decoración dos pilastras y unas sencillas ventanas de medio punto. En cuanto a la decoración, destaca su rosetón con una celosía un tanto especial, formada por cinco corazones entrelazados de tal manera que en su interior dibujan una estrella de cinco puntas, un pentáculo, que para algunos tendría algún significado oculto. Es curioso como en el interior, todo parece haberse agrandado, lo que si permanece igual es su sobrio estilo, en el que como decoración, solo encontramos sencillos motivos vegetales con alguna que otra pequeña cabecita de forma humana. La nave se cubre con una bóveda de medio cañón que al pertenecer a un románico muy tardío aparece ya muy apuntada, dando paso a la bóveda de crucería claramente gótica que cubre la cabecera del templo. 
Para terminar esta visita, nada mejor que un largo paseo por este encantador Parque Natural del Cañón del rio Lobos.

Información adicional                                     

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                 Parque Natural del Rio Lobos

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